Una imagen donde predominan los tonos oscuros y el verde nos muestra a una Marcela Mar (arriba, con Julián Arango) interpretando a una Ingrid Betancourt poco menos que caprichosa quien pretende no sentirse la “damisela en problemas” pero no le cuaja, pues hace alusiones a su padre; y a una Cristina Campuzano como una Clara Rojas con complejo de “Pepito Grillo”, en medio de un secuestro que, por los hechos recientes, podría sonar a un hara-kiri televisivo. Para ser una serie producida por TVE, es algo densa y oscura. Parece como si se quisiera dejar todo mas que desmenuzado al televidente, que en el caso colombiano, parece que olvidó el ritmo de una miniserie. Sus captores son captados como esos seres conocedores de la maldad de la selva y la perversión del conflicto, pero con quienes duele y cuesta identificarse.
El servicio de inteligencia del ejército produce hasta pena por su frialdad, su asepsia, por su fementida pobreza franciscana, en contraste con una guerrilla que graba pruebas de supervivencia mientras procura torturar psicológicamente a una Ingrid continuamente cuestionada por Clara, lo que podría explicar en la ficción el porqué del distanciamiento de ambas.
Kenny Delgado representa a un Álvaro Uribe de “acento neutro” y Maria Eugenia Penagos a una Yolanda Pulecio que se sienten fríos entre si e intrascendentes en el contexto del capítulo, mientras el Luis Eladio Perez (Luis Fernando Montoya) de la ficción parece el veterano de una batalla contra la selva y que rápidamente se entusiasma con la llegada de Ingrid. Y en medio de una narrativa “acelerada” la llegada de un “Mono Jojoy”, representado por Edgardo Román, personaje cuyo cinismo avasalla con habilidad el papel gomelo-mamertoide de Mar(deazabal).
Los infiltrados se ven demasiado inocentes para el papel que tuvieron en el éxito de la operación, y en contraste, Julián Arango (“Gafas”) se ve a la distancia como el “guerrillero play”, pero no le llega ni a los talones a “Guadaña”. Los demás secuestrados van y vienen sin solución de continuidad, y como por hacer bulto. La escena del sobrevuelo la sentí fragmentada o tal vez demasiado editada, en pro de resaltar el dramatismo de la alocución de Yolanda, Lorenzo y Melanie y fricciones con los soldados secuestrados. No me pareció lo más acertado.
Rescato la escena del altercado entre Ingrid Betancourt y Clara Rojas a la llegada de los tres militares estadounidenses, de gris participación; al campamento de la “joyas de la corona” y el posterior nacimiento de Emmanuel, que luego deriva en la separación en cautiverio entre las dos políticas. Inverosímil, eso si, se ve el intento de fuga de Ingrid y Luis Eladio, más pensado para una escena romántica malograda que para otra cosa, que termina con su re-captura y una deliciosa “lección” por parte de Gafas, la misma que quisimos darle a In-greed muchos en este pais hace unos días. Y de quinta me parece un recorte de Marbelle en una de las escenas de los campamentos guerrilleros.
En definitiva, me cuesta encarretarme con la serie. Véala si no le ha tomado el rumbo a la competencia. Véala si Ud. Es de esos que no se aguanta mas de 20 capítulos de una novela de esas que no las hacen terminar por su rating mediocre, aunque de estética y narrativa cuestionable. Pero no, las miniseries en Colombia, para mi, desaparecieron desde el final de Los victorinos originales.

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